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Reportaje periodístico para El Mundo.

La independencia de los jóvenes, cada vez más complicada.

Todos concebimos la emancipación como una fase más en nuestras vidas, como el siguiente paso natural en la evolución de una persona. Sin embargo, al observar de cerca lo que este proceso realmente conlleva podemos constatar que no es algo tan sencillo para los jóvenes hoy en día.

 

Existen numerosos factores a los que está sujeta una verdadera independencia económica que permita a las nuevas generaciones hacer efectivo ese proceso de emancipación, factores que hacen cada vez más complicado encontrar una nueva vivienda. Una de las principales causas que afectan a esta situación, entre otros, es la falta de empleo. La mayoría de ellos están obligados a compartir la vivienda debido a los salarios precarios e insuficientes y a la subida del alquiler, la electricidad, el gas y más gastos inherentes al día a día. Según nuestra entrevistada Paloma, quien ha experimentado la involución que el panorama que hoy analizamos ha vivido, “los jóvenes están pagando una situación que realmente es estructural ya que se están complicando cada vez más las cosas a la hora de poder ser independientes”, todo esto hace que la media de la emancipación de los Jóvenes Españoles se encuentre en los 29,5 años, según la Oficina Europea de Estadística. 

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Actualmente los jóvenes se sienten frustrados por la situación, pues pese a poseer un buen curriculum, con diferentes títulos y carreras, tienen muchas complicaciones para conseguir el trabajo deseado, cuando las generaciones anteriores con menos estudios lo lograban. Según María (testimonio)  “Es muy injusta la manera en la que el sistema tiene planteada la vida laboral: se nos dan esperanzas que no son factibles en realidad, y pensamos que es culpa nuestra, somos la generación con el síndrome del impostor, no nos creemos suficientemente buenos para ejecutar el trabajo”. En cuanto a la afección moral que esto tiene, existe un sentimiento de fracaso que recae en los jóvenes cuando la situación emana de la concreta actualidad socioeconómica que estamos viviendo. En muchos casos, de manera inevitable, se toman de referencia tiempos anteriores en los que el contexto que rodeaba la sociedad era completamente distinto, sin tener en cuenta todas esas trabas que se presentan a día de hoy. 

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“Se exige experiencia, pero no hay dónde cogerla”, comentaba uno de los invitados al podcast del proyecto en cuanto a la dificultad de conseguir un trabajo que permita un sustento económico suficiente para ser capaz de afrontar todos esos gastos que suponen vivir solo. Según comentaron profesionales del sector inmobiliario en las entrevistas realizadas a las inmobiliarias Alcacer y Aincas, existe un amplio rango de jóvenes que recurren a pisos compartidos, muchos de ellos pudiendo hacerlo solo gracias al aval o apoyo económico de sus padres. La media de edad de compra, según nos contaban, ronda los 35 años. 

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Lo que está claro es que la situación actual de los jóvenes, y no tan jóvenes, se ve influenciada por varios factores los cuales no hacen que la vida de estos sea la idónea. El deseo de irse de casa de los padres queda truncado tras la falta de solvencia económica y la difícil situación a la hora de conseguir un puesto laboral poco precario. Porque aunque el número de empleo sí aumentó tras la pandemia, el Consejo de la Juventud de España (CJE) certifica que la precariedad laboral sigue estando presente para los jóvenes. Esto se refleja en la temporalidad, donde más de la mitad (55,4%) de los jóvenes tenía un contrato temporal en ese segundo semestre de 2021. También la parcialidad, alcanzando el 25,4% de los contratos entre los jóvenes. De los jóvenes trabajando a tiempo parcial, la mitad lo hacía de manera involuntaria.

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Se aprecia así la cruda realidad de la emancipación juvenil. Se conoce que en Castellón viven unos 85.000 jóvenes de entre 16 y 29 años y solo 1.600 de ellos vive fuera del hogar familiar. Lo que refleja que la tasa de emancipación es solo del 13,7%, unos de los porcentajes más bajos que se han visto en los últimos veinte años. 

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El futuro incierto emana algo de esperanza a todos estos jóvenes. Se espera que la situación mejore y las oportunidades se abran paso de manera más accesible. 

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